martes, 10 de abril de 2012

La Nouvelle Vague

Tras la Segunda Guerra Mundial, con la industria alemana debilitada, Francia continuó dominando el mercado mundial del cine artístico en las décadas de los años 1950 y 1960, produciendo cineastas muy independientes que experimentaron diversos modos de expresión. En 1958 irrumpen los directores de la llamada Nouvelle vague. François Truffaut (Los cuatrocientos golpes, 1959; Fahrenheit 451, 1966). Jean-Luc Godard (Al final de la escapada, 1959), Claude Chabrol, Louis Malle, Eric Rohmer, Alain Resnais (Hiroshima, mon ameur, 1959)… son algunos de los nombres más célebres.

La 'Nouvelle Vague' francesa fue un fenómeno artístico y social que cambió el panorama cultural de la Francia de finales de los 50, dando lugar al nacimiento de una nueva manera de hacer cine que se extendió por toda Europa, alterando lo que hasta entonces eran tenidos como principios inamovibles a la hora de rodar un filme. Las nuevas maneras de hacer películas y las nuevas historias que se contaban en ellas crearon una nueva manera de vivir, más libre y espontánea, que caló con rapidez en la juventud de finales de la década de los 50.

De críticos a cineastas, o el concepto de la Nueva Ola del cine francés.


La Nouvelle Vague tiene sus raíces en André Bazin que comienza, en 1947, a mantener una serie de nuevas ideas sobre cómo hacer cine sin sujetarse a las forma de crear películas vigentes en Francia. Bazin defendía un cine realista y fresco, que mostrase la vida cotidiana y que no requiriese de grandes presupuestos económicos. Con esta concepción, André crea su primera publicación sobre cine, la Revué Du Cinéma (1947), que en 1951 sustituye por Cahiers Du Cinema. En esta última revista, una nueva generación de críticos cinematográficos, influidos por Bazin, da el paso y se convierte en directores y cineastas: Godard, Truffaut, Chabrol, Rohmer y Demy, entre otros, pasan de escribir sobre el nuevo cine a hacerlo. Para finales de los años 50, varios de estos nuevos directores ya habían filmado cortos e incluso sus primeros largometrajes, obras totalmente rupturistas que utilizaban nuevas técnicas de rodaje (exteriores, poca puesta en escena, filmación con cámaras llevadas en las manos…) y que se basaban en la visión del director, el auténtico autor de la obra. En la Nueva Ola, la regla era que no había reglas.



La línea argumental tuvo un vuelco significativo, especialmente al presentarnos la temática de una manera entretenida pero con gran profundidad, y sin descuidar jamás el alto grado de verosimilitud sin adornos artificiales que sacaran al espectador del nudo central del guión.
Eran muy sueltos, llegando incluso a dejar algunos vacíos intencionales, los cuales daban pie a otro de los aspectos más característicos de sus películas: la libertad que tenían los actores —muy bien elegidos— para improvisar diálogos que daban mucha fluidez y agilidad a los textos. No olvidemos que este movimiento le dio gran importancia al lenguaje y lo cambió desde el punto de vista cinematográfico. La regla de oro para los actores es que no había reglas.
Fue tal la apuesta de estos realizadores, que sólo el neorrealismo italiano de Visconti, Rosellini y De Sica, en la inmediata post guerra, puede compararse con la influencia en la tendencia cinematográfica. De manera similar se dio con estos jóvenes cineastas franceses de las postrimerías de los cincuenta e inicios de los sesenta.
Lo que sí está claro, es que la Nouvelle Vague, ya hace medio siglo, cambió para siempre el cine francés e influyó enormemente en la filmografía del mundo.


 A pesar de que el cine francés manejaba planteamientos lejanos a los hollywoodienses, tampoco pudo escapar de la enorme influencia que ejercieron los grandes estudios durante los años 40 en el resto de Europa. Así, la Nouvelle vague se inspiró también en el cine comercial estadounidense de Howard Hawks, Alfred Hitchcock (por el cual Truffaut sentía una especial admiración) y John Ford. Por ejemplo, la película Al final de la escapada de Godard, con Jean-Paul Belmondo, es un hermoso homenaje a las películas de gángsters estadounidenses, pero desde una perspectiva europea.
   A pesar de las grandes diferencias que a veces había entre ellos, lo que unió a todos fue la reivindicación del cine como lenguaje autónomo y el anteponer siempre la libertad creadora a toda exigencia comercial


Fuente:  http://www.popthing.com/zona_cine/la_nouvelle_vague.php
http://www.duiops.net/cine/nouvelle-vague-francesa.html

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